San Martín perdía ante Melgar, pero aprovechó que el rival se quedó con dos hombres menos y se impuso 3-1


El santo dejó atrás la gloria copera que disfruta hasta la saciedad para enfrentar al rojinegro infernal. Junto a su ejército de arcángeles batalló incansable para demostrar su poderío. Le costó sudor, lágrimas y sufrió más de la cuenta, pero al final se fue sonriente, con la ilusión renovada, irradiando fe a sus escasos seguidores para que sigan creyendo en él.

Haciendo un paréntesis en su etapa copera, San Martín se metió de lleno al torneo local. Motivado por su afán de protagonismo por defender su corona, alineó a todos sus titulares para enrumbar su sendero en el certamen nacional.

De golpe se abalanzó decidido en busca de la victoria intimidando al dominó desde el pitazo inicial. Sin embargo, el characato superó el miedo escénico y en su primera llegada al arco rival abrió la cuenta. A los 5', el Cachete Zúñiga se encontró un rebote en el área y fusiló a Butrón.

Lejos del desconcierto, el santo se volcó en busca del empate, haciendo un partido abierto con llegadas continuas de ambos lados. A los 24', Chicho Salas la estrella un balón en el palo. Un minuto después, Zúñiga se la pierde debajo del arco. En la jugada siguiente, Arzuaga falla en el mano a mano y, a los 26', Carnero obliga a Butrón a una felina intervención. Era de ida y vuelta.

En el complemento, una absurda expulsión de Carnero aligeró las cosas para los albos y es allí donde el glorioso mulatito iluminó a sus guerreros. A los 20', Arzuaga es derribado en el área por Pereyra, quien vería la roja. Penal y gol del colombiano.

Con dos hombres más, el partido fue un monólogo universitario. El ingreso del juvenil Andrés Rivera le dio más movilidad a los blancos. El popular Lacra fue una pesadilla para los mistianos y así, a los 38', Díaz marcó el desnivel y, a los 46', Ludueña (tras pase de Rivera) sentenció el partido para que el santo siga disfrutando de la gloria, aunque el cielo (la punta) aún esté lejos.

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