San Martín, con Matosas, no es el mismo de cuando lo dirigía Víctor Rivera. Ayer sólo empató con Melgar (2-2)


Dicen los entendidos que toda transición de mando demora en asentar su ideología, pero la de San Martín se está prolongando más de la cuenta. Gustavo Matosas lleva casi dos semanas en Perú, cuenta con los mismos protagonistas y un libreto conocido que llevó a la gloria al cuadro Santo, sin embargo hasta la fecha no logra tomarle el pulso a su escuadra y aquella efectividad propia del monarca de Santa Anita ha quedado al margen, pues dos empates consecutivos en la Liguilla han desvanecido gran porcentaje de sus chances de campeonar una vez más.

El estigma de Víctor Rivera sigue presente en los albos, juegan como siempre, pelota al pie, triangulación y sacrificio, pero falta esa alma guerrera que transmitía el Chino desde el banco.

Matosas hace lo suyo, es cierto, aún está conociendo a sus pupilos, pero a estas alturas del Descentralizado no hay tiempo para especulaciones, por eso va pagando caro su poca osadía en dos fechas: empate ante Chalaco y ayer ante Melgar, ambos por 2-2.

Para colmo de males ni la suerte está de su lado, por eso a los 4' ya tenían el marcador en contra por un penal de Salas al paraguayo Pérez, que éste mismo ejecutó con efectividad. A los 22' el juez Mauro no cobra un penal contra Cueva, pero minutos más tarde los santos darían vuelta al infortunio cuando a los 25' Quinteros introduce el balón previo remate de Alemanno que manotea el golero Begazo.

Para el complemento el DT uruguayo apuesta por García y Del Solar para ganar en fútbol, pero Puchito Flores lanza al ruedo al habilidoso Ardiles y toda la experiencia del Cachete Zuñiga ganándole la pulseada al charrúa. Es así que a los 13' los albos logran la ventaja por obra de Alemanno, que de cabeza (previo empujón a Pereyra que no pitó Mauro) convierte.

Empero su ímpetu por asegurar el partido nubló la visión de Matosas que descuidó el fondo, allí donde el Cachete es letal, por eso tras el excelente servicio de Zeballos el delantero fusila de zurda a Butrón, y diluye la ilusión santa, pues la desesperación nubló el camino y jugó en contra de los estudiantiles, quienes ya ven lejos alcanzar el tri.

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